Políticamente Incorrecto

Gorila
Gorila

Hace unos días recibí un correo electrónico de una señorita que buscaba trabajo y adjuntaba su curriculum vitae a una carta que encabezaba así (copio y pego):

Muy señor/a/es/as mí/o/a/es/as:

La señorita en cuestión será todo lo políticamente correcta que sea, no queriendo discriminar a hombre/s y mujer/es, pero hay que ser muy cortito para pretender encontrar un trabajo encabezando una carta así, a menos, claro está, que pretenda trabajar en algún partido político.

Lo cierto es que llevo días dándole vueltas al tema de lo políticamente correcto e incorrecto y creo que, sin temor a equivocarme, puedo afirmar que nos hemos vuelto idiotas con esto. No prestamos atención a las estupideces que hacemos a diario por seguir este código que sólo favorece la estupidez y la falta de lógica. Yo me lo tomo con humor, pero no por eso le quito importancia. Aquí dejo unos emplos de cuestiones políticamente incorrectas pero absolutamente reales como la vida misma.

¿Porqué cuando mandamos una carta a Lérida ponemos Lleida y cuándo enviamos una carta a Pekín no ponemos 北京鴨? ¿Acaso tienen los chinos tienen menos derechos lingüísticos que los catalanes? ¿Porqué en la web de correos se puede seleccionar entre realizar un envío a Illes Balears o Nueva York y no entre Islas Baleares y New York? ¿Porqué vamos de vacaciones a Londres o a Girona y no a London o Gerona? ¿Cual es la regla a aplicar para traducir nombres propios de ciudades? ¿Saben esta regla los tipos que diseñan los formularios de uso nacional en Castellano?

¿Porqué, en los pasos de cebra, es el vehículo de una, dos o tres toneladas el que tiene que pararse a ceder el paso a los viandantes de 60, 80 o 100Kg? ¿Nadie se ha parado a hacer cuentas del impacto que los pasos de peatones tienen a nivel mundial en el calentamiento global? Frenar y volver a acelerar esa masa requiere una energía que en el caso de los automóviles proviene del petroleo y es contaminante. No me suena que los seres humanos contaminemos demasiado al parar y volver a ponernos en marcha. ¿Porqué los hippies hacen cuentas del impacto de los pedos del ganado vacuno en el cambio climático y no hacen cuentas de esto? ¿Acaso les gusta más [trabajar] en el hedor que en la razón?

¿Porqué se reservan plazas de aparcamiento a discapacitados y no exclusivamente a lisiados? Un idiota cualquiera es, según la R.A.E. un discapacitado, pero alguien a quién le falta una pierna es un lisiado. Basta con leer ambas definiciones para entenderlo, pero parece ser políticamente incorrecto llamar lisiado al lisiado y hay que colgarle el San Benito de discapacitado. Desde un punto de vista lógico y acorde con la R.A.E., un anciano, una mujer embarazada, un señor obeso o una señora deficiente son todos discapacitados, pero ninguno de ellos, que yo sepa, pueden aparcar en esas plazas.

¿Porqúé demonios consentimos en llamar Ley para la igualdad efectiva de mujeres y hombres a un conjunto de leyes creado, específicamente, para crear desigualdad entre ambos? ¿Porqué si una mujer acusa a un hombre este es detenido de manera preventiva y no ocurre lo mismo al contrario? ¿Porqué si una mujer denuncia a un hombre puede recibir una cuantía económica y no a la inversa? No hace falta ser abogado para, revisando la aplicación que se hace de la esta ley, afirmar que el nombre adecuado debería haber sido Ley para la desigualdad efectiva de hombres y mujeres (nótese que como la h anteceder a la m en el diccionario, he vuelto a colocar a los hombres delante de las mujeres en el título).

¿Porqué una moto, que paga su impuesto de circulación religiosamente, debe acatar todas y cada una de las normas de circulación, y una bicicleta, que no paga nada, usa las mismas infraestructuras, no se para en los semáforos, circula en dirección contraria, produce frenazos y atascos en el resto del tráfico y sube y baja de la acera con total impunidad, sin pagar ni multas ni impuestos? Ya puestos, ¿porqué hay carril bici, carril bus, carril taxi, y no hay carril todoterreno, que son los que más impuestos pagan o carril tipo con prisa por la mañana?

En fin, puedo seguir toda la semana, pero creo que queda claro lo que quiero decir.

Estado de Miedo (y III)

Hay dos frases de Albert Einstein que me gustan por encima de todas las demás: «Todos somos muy ignorantes, lo que ocurre es que no todos ignoramos las mismas cosas» y «Si buscas resultados distintos no hagas siempre lo mismo». También me gustan muchas frases de Woody Allen y Groucho Marx, en cuya lápida, lamentablemente, no figura el famoso epitafio que le atribuyen que reza «Disculpen que no me levante» que hubiese sido el broche de oro a una vida excelentemente cargada de humor y sarcasmo. Lo que no es una leyenda urbana es el tema de la ignorancia humana al que me refería al citar a Einstein. Independientemente del momento que nos toque vivir, en cada ciclo de nuestras vidas, siempre venimos sometidos al yugo del «Estado de Miedo» impuesto, como ya he repetido, por la clase más ignorante que existe, que es la política.

Tengo que admitir que, puestos a tirar de hemeroteca, las frases de los políticos son mucho más divertidas que las de los genios de nuestra era. La última, destornillante, es la de nuestro presidente admitiendo que «ha descubierto que los parados que reciben cursos de formación están en realidad trabajando para el estado». Menos mal que no le dió por estudiar física o bioquímica porque me asusta pensar que narices hubiese descubierto. No me cabe duda que, fuese lo que fuese, implicaría necesariamente el fin de la sociedad, tal y como la conocemos, y con algún gas de por medio para variar. O sea, el fin de Microsoft y Google, de los Smartphones y las PDAs (espera, creo que estas ya han desaparecido…), de la TDT y de, en general, la mayoría de los acrónimos de tres letras que usamos a diario.

Lo cierto es que la clase política se pasa la vida cambiando los planes de formación públicos. No por casualidad, las generaciones que van surgiendo son cada vez más ignorantes en general. El mejor método que existe para mantener el «Estado de Miedo» es sin duda la paulatina analfabetización de la sociedad. Cuanto menos sepas, más fácil es que te creas mis mentiras. Yo, de hecho, cuando me comparo con mis generaciones precedentes (e incluso a veces con mi misma generación) a menudo me siento bastante ignorante. Ahora bien, cuando miro por el retrovisor, me siento mucho más tranquilo. Si bien es cierto que todos vamos a ser ignorantes siempre, lo menos que se puede hacer es leer un poco y documentarse antes de hablar para no aparentarlo. Cualquiera que hubiese leído datos reales acerca de cualquiera de los miedos que hemos vivido sabría que no estaban sustentados en realidades científicas. Claro que tampoco podemos pretender que todo el mundo lea las revistas de divulgación científica cada vez que salga una noticia en un telediario o sea portada de un periódico. Sin embargo, tenemos una ventaja, al menos en gran parte de occidente, que otras generaciones precedentes no tuvieron, y esta no es otra que la facilidad y velocidad de acceso a la información. Podemos comprobar las noticias, hacer cuentas, leer las de un lado y las del otro, y tomar posiciones propias basadas en el conocimiento adquirido. Todos seguiremos siendo ignorantes, pero cada vez seremos más lo que no ignoramos las mismas cosas, que diría el Sabio.

Pongamos un ejemplo práctico: nuestra Atmósfera. Todo el día escuchando milongas sobre las emisiones de CO2 (dióxido de carbono) y basta una consulta en Google o Bing para constatar que está comprobado y medido que el CO2 representa en torno al 0,046% de la Homosfera, la parte más baja de la Atmósfera, o sea, la que respiramos y en la que vivimos la mayoría, porque yo sostengo que muchos viven en el limbo, que está mucho más arriba, no tiene cantidades significativas de oxígeno y esto, obviamente, les afecta al cerebro. En efecto, nuestra Homosfera está constituida mayoritariamente por nitrógeno (78%) y oxígeno (21%). Es más, tiene una curiosa propiedad: Tiene una composición constante y uniforme. Sin embargo, nos han metido en la cabeza que las emisiones de CO2 producidas por el ser humano son un factor determinante en la destrucción de la ya tan susodicha sociedad actual. Basta indagar un poco en los artículos que van apareciendo en las búsquedas para aprender que una erupción volcánica produce más CO2 que todas las emisiones producidas por el hombre en un año o que, incluso, el ganado mundial produce también más gases de efecto invernadero que el ser humano. Esto último lo han aprendido algunos progres de salón y ya preparan una ley para reducir los ganados a base de prohibir lo que consideran un excesivo consumo de carne que contribuye al cambio climático. Pero de prohibiciones hablaremos otro día.

Otro ejemplo: Todos y cada uno de los documentales y artículos apocalípticos hablan de que el cambio climático elevará el nivel del mar. También se puede hacer una búsqueda acerca del nivel del mar, aunque recomiendo lecturas más gratificantes que la Wikipedia como «Noticias desde un Universo Desconocido» de Frank Schätzing que es en sí la propia historia de los océanos, desde su creación hasta la actualidad. Leyendo de una u otra fuente puede apreciarse que el nivel del mar no es uniforme. No lo es en las orillas y mucho menos en la vasta inmensidad de los océanos. Muy al contrario, sube y baja en función de donde nos encontremos y no me refiero ni mucho menos a centímetros, que es la únidad que estos ignorantes usan para medir sus predicciones, sino a auténticas cordilleras de agua salada. Muchos factores influyen en el nivel de los océanos. A los que argumentan que se está descongelando el Ártico y por tanto está subiendo el nivel del mar habría que mandarlos a clase de física y, a la salida, explicarles que se está congelando el Antártico a un ritmo igual o superior lo que, a priori, garantiza la estabilidad de la ecuación. Pero, de un modo o de otro, hay que aprender sobre lo que realmente hace que esto esté ocurriendo en un polo y en el opuesto, y basta un poco de lectura para constatar que hay muchos elementos que influyen en esto mucho más que el CO2, como por ejemplo la actividad del Sol, que, la última vez que comprobé, no era todavía controlable por el ser humano, ni siquiera con un iPad.

Podría extenderme rebatiendo uno tras otro todos los supuestos efectos del cambio climático y las presuntas causas del mismo, pero no es ese el espíritu de este conjunto de artículos. La idea es llamar la atención sobre el problema del «Estado de Miedo» y buscar una solución. La solución es cambiar. No me refiero a cambiar nuestros hábitos en materia de consumo energético, que es una patochada (aunque pueda ser rentable para el bolsillo viendo que van a volver a subir el precio de la energía eléctrica), sino cambiar nuestros hábitos de asimilación de la información y nuestra eterna creencia en que lo que dicen los políticos (y por ende repiten las noticias y los periódicos como papagallos) son, en gran medida, un conjunto de frases cargadas de ignorancia. Y justo porque abogo por ese cambio de hábito he citado al principio de este post la frase de Einstein. Si queremos que esta situación cambie no podemos seguir haciendo lo mismo. Manteniendo nuestra actitud, creyendo todo lo que dicen los políticos y perseverando en nuestros hábitos de asimilación de la información, no conseguiremos nunca un resultado distinto y, por ende, nuestra sociedad, tal y como la conocemos, cada vez de una manera, estará eternamente abocada a la extinción… o al menos eso nos harán creer continuamente.

Estado de Miedo (I)

El principal peligro de pasar muchas horas volando es el tiempo que uno tiene para leer y para pensar. Es justo admitir que unos virajes inesperados, una súbita reducción de potencia durante el ascenso, algún crujido de un tren de aterrizaje poco lubricado o incluso un pasajero que nos parece sospechoso agarrando una bolsa de plástico como si le fuese la vida en ello a veces nos ponen un poco nerviosos, pero al final son circunstancias poco peligrosas. Sin embargo, cuando uno tiene tiempo de leer con la tranquilidad propia de quién sabe que no puede ir a ningún lado durante unas horas, la mente se relaja y se empiezan a enlazar ideas con una facilidad pasmosa. Llevaba tiempo queriendo escribir algo sobre el Estado de Miedo permanente en el que vivimos y finalmente he tenido la oportunidad de enlazar unas cuantas ideas volviendo de Oriente Próximo que me permitan expresar lo que pienso al respecto.

Para los que hayan leído «Estado de Miedo» de Michael Crichton, este post no es más que una continuación de sus ideas finales. Para los que no lo hayan leído, lo mejor que pueden hacer es salir corriendo a comprarlo de inmediato (también sirve una visita rápida a Amazon para encargarlo). Dice Crichton en sus conclusiones del epílogo que vivimos en un permanente «Estado de Miedo» producido por una clase política y burocrática mediocre que centra el foco de atención social en un problema aparentemente apocalíptico para ocultar su propia ineptitud. Pero esto no es una novedad, sino que viene haciéndolo desde hace mucho tiempo. En mi caso puedo constatar como en cada etapa de mi vida ha existido un Miedo Social instaurado y los que sean de mi generación podrán identificarlos rápidamente.

Cuando estudiaba la E.G.B., a finales de la guerra fría, el miedo instaurado era la posibilidad de una Guerra Nuclear. Día si, día también, aparecían personajes en el telediario que estaban construyendo sus refugios nucleares seguros del desastroso final de la sociedad tal y como la conocíamos. Almacenaban agua, víveres, linternas, baterías, gasolina y todo tipo de cosas que se antojaban necesarias para permanecer encerrados en un zulo de hormigón armado durante meses o incluso años. Ahora me pregunto cómo hubiesen sobrevivido sin Internet, sin poder narrar en Twitter su día a día, sin saludar a los amigos en Facebook y sin recibir miles de spams en el correo electrónico. Obvia decir que los bunkers no tenían Wi-Fi porque Wi-Fi ni siquiera era una palabra entonces. El principio del derrumbe del lado «oscuro» acabó en buena medida con la teoría apocalíptica.

Unos años después, conforme se reducía la tensión entre ambos bloques, el problema se trasladó al petróleo. Alguna mente preclara decidió que el petróleo se iba a acabar más o menos en el año 2.000 y que, una vez más, se iba a producir el fin de la sociedad como se conocía entonces, o sea, con pantalones de campana, música disco, pelos a lo afro y con mucha heroína. De esa época datan muchos carriles bici en las ciudades dado que se preveía que los coches no podrían circular por falta de gasolina. Bueno, creo que los Emiratos Árabes Unidos, Venezuela, Canadá y otra serie de países han demostrado que hay petroleo de sobra sin que, afortunadamente, se hayan mantenido los usos y costumbres de los ochenta.

Después llegó el agujero de la capa de Ozono. ¡Pasen al horno que nos vamos a tostar todos juntitos! ¿Cuántos telediarios vimos aquellos días abriendo con la noticia estrella? ¿Cuántas fotos de satélite (que en aquella época eran una novedad) ¿Cuántos gráficos y opiniones de los expertos, documentales y predicciones? Bien, tras cambiar el gas impulsor de todos los aerosoles del mundo, tras cambiar el gas de todos los compresores de coches, aires acondicionados, neveras, etc. nos dimos también cuenta de que el agujero de la Capa de Ozono no era algo nuevo, producido por el hombre, sino que por el contrario había indicios de que databa, al menos, de la época de Jesucristo y que, para colmo, no se creó por acción del ser humano sino de la propia naturaleza. Cuando uno se para a pensarlo, sólo un ser humano puede ser tan pretencioso como para pensar que cada vez que se lubrica con un poco de Axe está inexorablemente acabando con la sociedad tal y como se conocía entonces, o sea, con peinado a lo Steven Seagal y coleta, pantalones ajustados, gafas de aviador (que parece que han vuelto) y demás.

Mientras si, mientras no, llegó el año 2000 y el terrible efecto 2000! Aviones que iban a dejar de funcionar en pleno vuelo, ordenadores que perderían todas las finanzas de todos los organismos de la tierra, relojes que dejarían de contar, sistemas telefónicos que se apagarían sin más, y un sin fin de predicciones enfocadas, como no, al fin de la civilización como la conocíamos entonces.

Ya con uno de mis hijos en el mundo me ha tocado vivir también la panochada del calentamiento global, el palo de hockey invertido y los gases de efecto invernadero. Uno se preguntaría facilmente si detrás de toda esta histeria colectiva no hay un fabricante de gases porque de un modo u otro, siempre hay un gas de por medio, pero claro, se expondría a ser adecuadamente catalogado como paranóico. No malgastaré palabras para rebatir todas las estupideces al respecto del calentamiento global pero si dejaré claro que la historia reciente nos ha demostrado que nuestro planeta, lejos de calentarse, parece que se está enfriando. Pero como las mentes preclaras necesitaban vaticinar, una vez más, el fin de la sociedad tal y como la conocíamos entonces, no fue suficiente con demostrar que la teoría era incorrecta. No se preocupen que ya llegamos. Estamos en el presente: Bienvenidos al Cambio Climático!