Escaños en Blanco

Parlamento Europeo
Parlamento Europeo

El otro día publicaba una entrada llamada 10 motivos para dejar de votar en la que explicaba las 10 razones que me harían no acudir a las urnas en estas elecciones. Pues bien, hay un dato que no tuve en cuenta al tomar esa decisión y que hoy quiero compartir. Al dejar de votar favorecemos a los partidos grandes. Si, ya se que el otro día pensaba justo lo contrario, pero un amigo me ha demostrado, -con cifras, que es como a mí me gusta- que el mayor beneficiado de la abstención es el partido mayoritario.

Pongamos como ejemplo las pasadas elecciones generales en las que el PP obtuvo la mayoría absoluta. ¿Qué porcentaje del censo electoral votó al PP? En torno a un 17%. El dato que ellos nos ofrecen siempre es el del porcentaje de votos sobre el total de votos emitidos, que en España y para los ganadores suele estar entre el 30% y el 45%, pero el porcentaje de votos sobre el total de personas con derecho a voto es infinitamente inferior. Si quieres ver números más concretos y entender como afecta el voto en blanco a los resultados electorales, no dejes de visitar este simulador; te garantizo que te va a sorprender.

Con este panorama, admito que he cambiado de opinión y voy a ejercer mi derecho al voto. Afortunadamente, al tiempo que mi amigo me hacía estas cuentas y me hacía reflexionar acerca de la importancia de mi voto, otro amigo me hablaba de una formación política que se presenta a estas elecciones llamada Escaños en Blanco. Su programa electoral es muy sencillo dado que sólo contiene un punto:

No tomaremos posesión del cargo.

Nuestros candidatos, si resultan elegidos, no adquirirán la condición plena de eurodiputado. Al no ejercer como tales, no tendrán derecho a ningún tipo de remuneración económica en forma de sueldo, dietas o complementos.

Asimismo, el partido Escaños en Blanco ni solicitará ni aceptará subvenciones públicas (en particular las adjudicables por escaños, votos y envío de propaganda electoral)

O sea, que los escaños que consigan se quedaran vacíos toda la legislatura y no causarán gasto alguno a las arcas públicas. Tengo que decir que veo en esta la única alternativa seria dado el desolador panorama político que nos rodea. La idea es bien sencilla: cada escaño que se quede vacío es un escaño menos y por lo tanto un político menos para meter la mano y coger lo ajeno. Además, si conseguimos que sean muchos esos escaños vacíos, el rechazo social será palpable y los dirigentes se verán obligados a tomar acciones al respecto. De hecho, si miras la foto que encabeza este artículo verás que incluso ahora, en algunas sesiones del Parlamento Europeo, los escaños están vacíos, así que puedes hacerte una idea del aspecto que tendría si esta iniciativa prosperase.

Volviendo al caso del Parlamento Europeo, que hace poco o nada de provecho, es mucho más importante si cabe que dejemos clara nuestra postura apoyando iniciativas como esta. Hace poco escribía un artículo en el blog de nutrición acerca del trabajo de sus señorías en la regulación del etiquetado de los zumos en la Unión Europea, algo que es de vital importancia para la salud de nuestros hijos, dado que creemos que les damos algo sano y natural y nada más lejos de la realidad. Los políticos lo saben y «están trabajando en ello», pero necesitan 5 o 6 años para hacer algo al respecto.

Mientras la Agencia Tributaria se dedica a perseguir a todos los contribuyentes, estrujándoles por cualquier motivo, las grandes multinacionales se aprovechan de una legislación Europea mal diseñada para evadir impuestos. ¿Sabías, por ejemplo, que empresas como Google, Amazon, Microsoft o Apple no pagan IVA en la U.E. por los servicios que prestan? ¿Sabías que estas empresas ni siquiera pagan impuestos de sociedades en los países en los que operan? A ti te van a perseguir por 50€, 500€ o 5.000€, pero a estas empresas no les van a tocar un pelo por 50 millones, 500 millones o 5.000 millones de euros. Así de patética es la política fiscal de la Unión Europea y así de mezquinos los políticos que la permiten.

Como punto final a esta entrada, quiero dejar un video de unos pocos minutos de duración para que reflexionemos antes de decidir nuestro voto en las elecciones europeas. Que nadie se asuste, no es propaganda electoral. Es un video sencillo que, con el apoyo de un eurodiputado holandés, muestra como viven, comen, se desplazan y «trabajan» los eurodiputados, y cuando dinero llegan a cobrar por tan duros «esfuerzos» entre copa y copa de champagne.



Google, el nuevo fascismo

Presa del Fascismo Empresarial
Presa del Fascismo Empresarial

Leo en Wikipedia que el proyecto político del fascismo es instaurar un corporativismo estatal totalitario y una economía dirigista, mientras su base intelectual plantea la sumisión de la razón a la voluntad y la acción, aplicando un nacionalismo fuertemente identitario. Bien, elimine la palabra estatal al principio y sustituya nacionalismo por corporativismo empresarial al final y, si ha trabajado con Google, verá que es una definición que le viene como anillo al dedo al gigante de Internet [y de los móviles].

Google es, de facto, el dueño de Internet. Si no apareces en Google no existes. Antes, tener una buena presencia en las redes sociales como Facebook te garantizaba un buen posicionamiento en Google. Ahora, si quieres estar posicionado, tienes que estar bien presente en Google Plus. Por si no lo sabe, Google Plus es una red social que desarrolló Google cuando Mark Zuckerberg no le quiso vender Facebook. Por tráfico, google.com es el sitio web que recibe más visitas del mundo. El número dos del ranking es facebook.com, pero esto no es lo suficientemente importante para Google como para tenerlo en cuenta de manera significativa al organizar sus resultados de búsqueda. Para Google es mucho más importante que uno esté en Google Plus, incluso si sólo estamos para mejorar los resultados de la búsqueda orgánica en su dichoso portal. Más importante aún es que mucha gente le tenga en círculos, que es la forma no-natural que tiene Google de agrupar a las personas en su red social. Por si se lo está preguntando, sólo el 12% del tráfico que recibe Google pertenece a Google Plus (datos de Alexa en el momento de escribir este artículo).

Google está por encima del bien y del mal y desde luego por encima de la ley en general. En la Comunidad Andaluza, como en la suya sea la que sea, tenemos una serie de normas que a su vez se supeditan a las normas y leyes de nuestro país que, por lo general, suelen estar enmarcadas dentro de las normas y leyes de la Comunidad Europea y digo por lo general porque en materia de doble imposición y otras curiosidades, parece que vamos por libre. Estas normas y leyes regionales, nacionales e internacionales le son de aplicación, en principio, a todo el mundo, pero la experiencia me demuestra que Google está por encima de las normas y las leyes y obra a sus anchas.

El abuso de la posición dominante, la competencia desleal, la imposición de su voluntad, y la obligación de pasar siempre por su aro, o sea, el fascismo que practica a diario, parece no importarle a nadie. A mí me asusta y más aún cuando leo que su sistema operativo Android sigue creciendo en los dispositivos móviles que usamos cada vez más. Ahora el dictador-censurador estará omnipresente además de en su PC, en su teléfono. ¿Sabía usted que Google «lee» sus correos electrónicos de Gmail para crear anuncios acerca de las cosas de las que usted habla en sus correos? Si no me cree, lea la explicación que da Google al respecto aquí. A estos señores le estamos dando acceso a nuestra comunicación personal en el móvil. ¿Qué será lo siguiente? ¿Escuchar nuestras conversaciones para ponernos anuncios de las cosas de las que hablemos?

Con Google no se puede razonar. Incluso cuando te dan la razón, te dicen educadamente que lo entienden pero que les da igual. Te sugieren que si no estás conforme, aunque tengas razón, te busques a otro proveedor. Pero te lo dicen porque en su fascismo son conscientes que los inútiles de los políticos les han dejado convertirse en el único proveedor, el monopolio de Internet. Sólo Facebook parece resistir y, a cierta distancia Yahoo y a mucha distancia Microsoft. Es una paradoja que el ciberespacio, el lugar que parecía estar llamado a permitir nuestra libertad de expresión en su máximo grado de evolución, esté regulado por los gustos y antojos de una sola empresa y por su fascismo digital en el que o eres Ario en lo que a su política respecta o estás muerto [presencialmente hablando, claro].

A Google le importa un pepino o un pimiento, o ambos, si usted quiere vender un producto de curso legal o no. La legislación es secundaria. Lo que le importa es si el producto cumple la política de Google o no. Si usted pierde su valioso tiempo y dinero creando un producto que cumpla con la legalidad, que esté autorizado en España y en la Comunidad Europea, que cumpla todas las normativas habidas y por haber (que no son pocas) y acaba teniendo un producto que vender en Internet, más le vale que no esté en la lista negra de Google, porque entonces no lo va a poder vender.

Esta lista negra -que Google llama «Política de Google» y que está por encima de la ley- tiene una curiosa propiedad física (o quizás metafísica, no se), y es que es moldeable al antojo del departamento de Política de Google. Me explico: cuando alguien pone un anuncio de un producto que supuestamente atenta contra la política de Google, lo importante para decidir si se permite el anuncio o no, nada tiene que ver con la legalidad o legitimidad del producto, sino con quien es el anunciante. Algunos anunciantes si, otros no. O sea, una «política plastilina» que se puede modelar a gusto. En realidad, es una farsa que forma parte del fascismo que utiliza en su negocio. Funciona de este modo: pongo una norma que impide sólo a quien yo decida anunciar su producto.

Si Google quisiese prohibir anuncios de un producto, lo único que tendría que hacer y -que de hecho hace con algunos productos- es vetar la palabra clave. Por eso, cuando usted hace una búsqueda de la palabra «porno» (aunque los dos sabemos que usted jamás ha hecho tal cosa) no aparecen anuncios de Google. Esta es una clara aplicación de su política al respecto de los anuncios vetados.

Sin embargo, si usted busca la palabra «adelgazar», algunos anunciantes aparecen y otros no aparecemos. Llevo dos días con mi cuenta de anunciante inhabilitada para anunciar cualquier producto porque he cometido el grave delito de querer anunciar mi libro en Google. Un momento… no, no es un delito. Ahora que lo pienso es un libro legal, editado legalmente, vendido legalmente, con su deposito legal y su ISBN… Bueno, en realidad he atentado contra la política de Google, que obviamente es mucho más importante que la legislación vigente. Le he pedido a Google durante dos días que me deje anunciar otros productos ya que no me deja anunciar mi libro, pero Google se niega hasta que quite mi libro de la web (o modifique la web para que un libro que se llama «Adelgazar sin Milagros» no incluya la palabra «Adelgazar» ni nada que haga referencia a la pérdida de peso, cosa harto difícil.

Yo, humildemente y para aprender de mis errores y de los aciertos de los demás, he preguntado porqué puede anunciarse Amazon, si ellos también venden mi libro y yo no. Y la respuesta ha sido, a grosso modo, que la política de Google no se aplica a todos por igual, de ahí el descubrimiento de la propiedad [meta]física de la política de Google de convertirse en plastilina al antojo del departamento de «política». Lo cierto es que mi libro cumple escrupulosamente todas las normas (que no son pocas) en lo referente a productos para la pérdida de peso, pero eso da igual. Aparentemente lo que importa es que no cumple la moldeable política de Google y por eso estoy aquí, despachándome a gusto y con un cabreo soberano.

El problema -y Google lo sabe perfectamente- es que la palabra «adelgazar» genera 4,5 millones de búsquedas al mes en nuestro país. Cada búsqueda genera un número no publicado por Google de clicks en los anuncios y estos clicks los cobra Google, y bastante bien por cierto. Son millones de euros mensuales a los que Google no quiere renunciar de manera directa, por eso no limita el uso del término en la creación de anuncios. Para colmo, este negocio de millones de euros que se genera en España no tributa en España, sino en Irlanda y además, está exento de IVA local. Hasta donde yo se, ingreso para el estado español = cero. ¿Y qué hacen nuestros políticos? Siguen estrangulando al cotizante español y mirando a sabiendas de que esto ocurre. ¿casualidad? Ya he dicho muchas veces en el blog que no creo en este tipo de casualidades.

No me quiero extender más en este tema, pero la guinda del pastel ha sido cuando los responsables de mi cuenta de anunciante en Google me han dicho que el problema reside en las presiones que recibe Google por parte del gobierno de este dichoso país para que no permita que se promuevan productos que puedan ayudar en la pérdida de peso y que esta política restrictiva de Google acerca de los productos para perder peso sólo se aplica en España y en México, que copió el modelo Español. Si un día alguien abre fuego indiscriminadamente contra los políticos que nos desgobiernan, no me va a extrañar lo más mínimo. La capacidad que tienen estos tipos de tocarnos las narices, dificultarnos las cosas, burocratizarlo todo y, en general, romper todo lo que tocan es abrumadora.

 

 

La Burocracia en Internet

Logos de WhatsApp y Facebook
Logos de WhatsApp y Facebook

¡Buenos días! ¡Hola Mundo!

Han pasado 9 meses desde mi último post en este blog. Una larga siesta, un sueño reparador, o tiempo incluso suficiente para tener otro hijo. No, no os asustéis, que no estoy por la labor en estos momentos… Estaba simplemente retirado, harto, hastiado, hasta las narices de cabrearme con las noticias, con lo que hacen con nosotros; cansado de la envidia y la mediocridad que impera en este país, y decidí dar un paso a un lado para dedicarme a mi familia, a mis cosas, y a dejar que todo se solucionase por si solo. Obviamente, nada se ha solucionado en este tiempo, así que voy a volver, aunque sólo sea fugazmente y de vez en cuando.

Hoy quiero retomar este blog, motivado por mi amiga Belén que me dijo que lo de la dieta para adelgazar y mis libros está muy bien, pero que ya está harta de mis recetas y de filetes con ensalada, y que echaba de menos mis reivindicaciones, mi puntito sarcástico, mis posts sobre ineptos, sobre guerras, sobre el mundo y sobre las cosas que nos encontramos cada día.

Sigo desconectado de las noticias -excepto de las deportivas, claro- y pretendo seguir así, pero hay vida más allá de los telediarios y de la prensa. La vida está en el resto de cosas que ofrece Internet, y que desgraciadamente los anormales de siempre se están encargando de burocratizar a pasos agigantados.

Ciudadanos del mundo, ¿alguno de ustedes no se ha enterado todavía que cuando navega en una por una página web ésta puede utilizar cookies para almacenar información «teóricamente» personal y utilizarla para mejorar sus productos y servicios? ¿De verdad tenemos que hacer click en el mismo aviso en cada página web que vemos? Esto, que es una medida ideada por algunos políticos burócratas, tiene sentido para gente de su capacidad intelectual. Como tienen poca o ninguna actividad cerebral creativa, necesitan que les recuerden cada vez lo mismo -y aún así no se enteran- pero el resto del mundo, ¿porqué tenemos que tragarnos esta incomodidad? Oiga, no me repita lo mismo en cada página, me enteré la primera vez que leí el mensajito.

He leído que el borrador de modificaciones a la ley del juego que se prepara, en lo que respecta a las máquinas recreativas por Internet, va a funcionar de forma análoga: cada X minutos nos van a avisar de que llevamos X minutos jugando, de cual es nuestro saldo y de cuanto dinero llevamos gastado. Oiga, tengo conciencia del tiempo desde que tenía 5 o 6 años y me jacto habitualmente de ser bastante puntual y soy perfectamente capaz de mirar en la pantalla para ver mi saldo sin necesidad de que un mensaje incómodo aparezca e interrumpa lo que estoy haciendo cada cierto tiempo para recordármelo. Yo preferiría que, cada vez que compro algo, ya sea por Internet o en persona, un mensaje me recordase que una parte de esos impuestos que estoy pagando por comprar algo acaban financiando partidos políticos y sindicatos. Eso si que es un buen corta-rollo a la hora de detener el consumo, si es que eso es lo que pretende el gobierno de turno con esta medida. No me digan cuanto llevo gastado, díganme que parte de lo que gasto acaba en sus bolsillos y verán lo rápido que dejo de gastar.

Luego está el tema de la ley de protección de datos. No hay cojones -disculpen señoritas mi francés- de hacer ninguna transacción en Internet sin tener que aceptar la política de protección de datos de la empresa con la que queremos interactuar. Esto tendría cierta lógica si cada política fuese distinta, pero es que resulta que son idénticas todas. Un espabilado hizo el primer texto, que además era infumable, y los demás lo copiaron y pegaron. ¿De verdad es importante que yo marque la casilla de que acepto las condiciones de venta y la política de protección de datos de Renfe antes de comprar un billete? ¿O la de Correos antes de pagar por enviar un burofax? Joder, si no hay alternativa: o la aceptas o no viajas; o la aceptas o no envías el burofax. Por lo tanto, no es una elección libre, sino una obligación y, siendo una obligación, ¿para qué demonios hace falta pinchar en el botoncito de marras? Pues eso, para perder nuestro tiempo y crear más documentación y más burocracia.

Según leo en el propio Facebook, que se ve que no utiliza su maléfico poder para censurar, la unión europea, en boca de un tal Thilo Weichert, director de la oficina de regulación de la privacidad en Alemania con sede en Schleswig Holstein, que debe ser un pueblo al norte de los Pirineos -digo yo-, no tiene reparo alguno en llamar al boicot contra WhatsApp ¡porque esta aplicación no incluye una política de protección de datos! Este pobre debe ser -además de político- imbécil. O sea, para comunicarme por WhatsApp debería ser necesario aceptar una política de protección de datos según parece. ¿Que será lo siguiente? Mi cerebro tiene la capacidad de recordar las cosas que usted me dice, y de almacenarlas y de procesarlas para permitirme mejorar mis dotes sociales cuando interactúe con usted. ¿Debo obligarle por tanto a pincharme en un ojo con el dedo índice para que quede claro que usted ha aceptado mi política de protección de sus datos? Hay que joderse…

Dice el tal Weichert que tanto Facebook como WhatsApp (ambas americanas) se han negado a acatar las normativas de seguridad y de privacidad de datos establecidas por la U.E. y yo añado que, como todo el mundo sabe, todo ciudadano de la unión europea es un James Bond en potencia y sus comunicaciones deben ser cifradas en todo momento y protegidas de la vista de los demás por su importancia estratégica mundial.

Creo que más bien somos el Superagente 86 por la continuada gilipollez en que vivimos. De todos modos, lo que debería abrirnos los ojos, lo más interesante de todo este post, es que siendo Facebook tan malvada y WhatApp tan insegura, son nuestras herramientas de comunicación favoritas, y ganan por goleada histórica a las recomendaciones de este burócrata alemán, unas aplicaciones europeas «seguras» llamadas Threema y myEnigma que todo el mundo conoce y utiliza a diario… en el entorno familiar de los desarrolladores.

A lo mejor, Sr. Weichert, lo que queremos usar son herramientas que no se pasen la vida recordándonos la importancia de proteger datos tan trascendentes para el futuro de la humanidad como a qué hora quedamos con otra persona, la foto del último atardecer chulo que hemos hecho, mi receta de cazuela de pescado o el chiste soez de ese amigo que todos tenemos y que nos envía de media dos o tres idioteces diaria vía WhatsApp. Mire, deje de dar por culo creando más y más reglas absurdas que incomodan al usuario y dedíquese a no hacer nada, que últimamente es lo más productivo que espero de ustedes, los políticos.

Que a gusto me he quedado 🙂

Una verdad incómoda

El Mentiroso Rubalcaba
El Mentiroso Rubalcaba

El hecho de que el mentiroso Rubalcaba y sus mentirosos amigos Blanco y Sebastián hayan vuelto a mentir con sus ridículas afirmaciones sobre el ahorro no ha pillado a nadie de sorpresa… por lo menos a nadie que se le ocurra pensar las cosas con cierto detenimiento.

Desmontemos el tema del ahorro y la reducción de velocidad. Partamos de la base de que el director general de tráfico no ha conducido un coche en su puñetera vida, lo cual le hace, ante todo, un auténtico profano en la materia. Habrá quien lo defienda y diga que los muertos en accidentes sean menos cada año. No menos cierto es que cada año los coches son más seguros y disponen de serie de más medidas de seguridad activa y pasiva. Claro que este país ya ha tenido un ministro de defensa que no hizo la mili, una ministra de defensa con tintes separatistas, un ministro de interior electricista y ahora tiene un ministro de fomento que, directamente, no es ni ha sido nunca nada, entre otras lindezas políticas.

Lo cierto  es que las medidas de ahorro del gobierno no son sino una estrategia para dar la impresión de que están haciendo algo. Ahí tenemos al mismísimo (vice)presidente «picándose» con Fernando Alonso. Lo que dice Alonso es absolutamente cierto. Conducir largos trayectos a una velocidad reducida disminuye la concentración, produce modorra y es, en definitiva, peligroso. Lo que le contesta Rubalcaba es información manipulada. Dice que en Estados Unidos el límite es de 110 y que allí no conducen durmiendo. Lo cierto es que en Estados Unidos cada estado marca su límite de velocidad por lo que no hay uno, sino alrededor de 50 límites distintos.

Pero resulta que existen otra serie de diferencias con respecto a Estados Unidos que el mentiroso ha obviado porque son verdades incómodas para nuestra clase política. Veamos unas cuantas:

1. En Estados Unidos se puede hablar por teléfono, por la radio y comer en el coche en la mayoría de estados. Aquí está PROHIBIDO.

2. En Estados Unidos no existe una red de radares autónomos que se dedican a recaudar millones de dólares diarios. Allí te caza un radar, te persigue un policía, te para y te notifica y vas a juicio si no estás de acuerdo, juicio en el que puedes defenderte sin abogado en un cara a cara con el mismo policía que te paró. O sea, tienes ciertas garantías como ciudadano y se presupone tu inocencia. Aquí te llega una carta de pago. En principio, eres culpable si o si.

3. En Estados Unidos existe una red aeroportuaria por la que fluyen infinidad de vuelos regionales de infinidad de compañías regionales. En efecto, además de Delta, Continental, US Airways, American Airlines, Northwest Airlines, Southwest Airlines y demás mega compañías, hay un enjambre de microcompañias que operan aviones regionales para unir destinos cercanos. De este modo, si yo quiero viajar en España desde, por ejemplo, Málaga a Jaén o Málaga a Cádiz, debo hacerlo por carretera por narices. Similares distancias en Estados Unidos se pueden salvar por precios muy razonables en avión desde aeródromos regionales o incluso desde aeropuertos internacionales.

4. En Estados Unidos no existe el carné por puntos. La gente no vive con el miedo de perder el carné. De hecho, cada estado emite su propio carné de conducir, si bien los requisitos para obtenerlos son similares en todos ellos y la edad de obtención suele ser los 16 años. El único que puede retirarte el carné es un juez que estime que tu conducción es peligrosa para el resto de la sociedad. Esto lo hacen habitualmente con gente que es pillada con tasas elevadas de alcohol en sangre. Desde luego, no dejan en manos de radares decidir quién es peligroso y quién no.

5. La red de carreteras de Estados Unidos es mucho más antigua que la española. Sin embargo, le da millones de vueltas en todos los sentidos. Las carreteras tienen arcenes amplios, no tienen quitamiedos metálicos, sino que hay escapatorias siempre por ambos lados de las autovías y autopistas. Lo de los dos carriles habituales de aquí allí se considera carretera secundaria. Tres, cuatro, cinco y hasta seis y siete carriles forman sus autovías y autopistas. La numeración de las carreteras está bien pensada. Aquí hablar de que alguien ha pensado en la nomenclatura de las carreteras es una entelequia. En Estados Unidos las carreteras de 3 cifras son estatales y las de dos son interestatales. Las carreteras pares tienen recorrido Este-Oeste mientras que las impares tienen recorrido Norte-Sur. De este modo, si por ejemplo estamos en la 495, ya sabemos que se trata de una carretera que va Norte-Sur y que no saldremos del estado en que nos encontremos por ella. De ahí que los coches americanos suelan traer brújula de serie, algo que aquí no es habitual.

6. Estados Unidos es un país eminentemente rural mientras que España es eminentemente urbano. Aproximadamente el 75% de nuestra población vive en grandes poblaciones mientras que allí el 75% de la población vive en zonas alejadas de las grandes ciudades. ¿Qué significa esto? Básicamente que con las excepciones de unas pocas grandes ciudades del tipo Nueva York o San Francisco, allí no se producen los éxodos masivos que vivimos aquí con las operaciones «Salida» cada dos por tres. Por lo general, el tráfico de largo recorrido en Estados Unidos es fluido mientras que aquí las carreteras se unen con las circunvalaciones en cada ciudad y la conducción se vuelve estresante por los continuos atascos y retenciones.

7. Pero la falacia más grande, la del ahorro, que es la que todo el mundo se ha tragado, es la más fácil de desmontar. Si los números que da el gobierno fuesen ciertos, que no lo son, esta medida ahorraría 1.400 millones de euros en petróleo importado. Para un país que tiene un déficit comercial de más de 52.000 millones de euros, esto supone un 2% de ahorro. Si lo medimos en términos de déficit comercial con respecto al PIB, supone una bajada del 4,9% al 4,8%, o sea, una reducción del 0,1%. ¿Pero alguien se cree que vayamos a ahorrar 1.400 millones de euros en petróleo? Lo que consume carburante en los vehículos no es mantener velocidades constantes, sino frenar y acelerar de nuevo. Cierto es que Rubalcaba es químico y no físico, pero el concepto físico del «momento» y un poco de mecánica básica bastarle para saber que está mintiendo. Un coche consume mucho más combustible acelerando hasta los 110 o 120 Km/h que manteniendo esa velocidad constante. Por lo tanto, todas las medidas que se tomen para ahorrar combustible deberán ir enfocadas a evitar frenar y acelerar constantemente en las carreteras. Mira por donde, la rápida proliferación de radares y (jodidas) rotondas provoca contínuos frenazos en las calles y carreteras, incrementándose por tanto el consumo de combustible de manera notable. Si alguien lo duda que se pregunte porqué consume un coche más en ciudad donde no pasa de los 40-60 kilómetros por hora que en autopista, donde viaja a 120 o más.

Pero claro, esta verdad es bastante incómoda y es políticamente incorrecta.

Estado de Miedo (y III)

Hay dos frases de Albert Einstein que me gustan por encima de todas las demás: «Todos somos muy ignorantes, lo que ocurre es que no todos ignoramos las mismas cosas» y «Si buscas resultados distintos no hagas siempre lo mismo». También me gustan muchas frases de Woody Allen y Groucho Marx, en cuya lápida, lamentablemente, no figura el famoso epitafio que le atribuyen que reza «Disculpen que no me levante» que hubiese sido el broche de oro a una vida excelentemente cargada de humor y sarcasmo. Lo que no es una leyenda urbana es el tema de la ignorancia humana al que me refería al citar a Einstein. Independientemente del momento que nos toque vivir, en cada ciclo de nuestras vidas, siempre venimos sometidos al yugo del «Estado de Miedo» impuesto, como ya he repetido, por la clase más ignorante que existe, que es la política.

Tengo que admitir que, puestos a tirar de hemeroteca, las frases de los políticos son mucho más divertidas que las de los genios de nuestra era. La última, destornillante, es la de nuestro presidente admitiendo que «ha descubierto que los parados que reciben cursos de formación están en realidad trabajando para el estado». Menos mal que no le dió por estudiar física o bioquímica porque me asusta pensar que narices hubiese descubierto. No me cabe duda que, fuese lo que fuese, implicaría necesariamente el fin de la sociedad, tal y como la conocemos, y con algún gas de por medio para variar. O sea, el fin de Microsoft y Google, de los Smartphones y las PDAs (espera, creo que estas ya han desaparecido…), de la TDT y de, en general, la mayoría de los acrónimos de tres letras que usamos a diario.

Lo cierto es que la clase política se pasa la vida cambiando los planes de formación públicos. No por casualidad, las generaciones que van surgiendo son cada vez más ignorantes en general. El mejor método que existe para mantener el «Estado de Miedo» es sin duda la paulatina analfabetización de la sociedad. Cuanto menos sepas, más fácil es que te creas mis mentiras. Yo, de hecho, cuando me comparo con mis generaciones precedentes (e incluso a veces con mi misma generación) a menudo me siento bastante ignorante. Ahora bien, cuando miro por el retrovisor, me siento mucho más tranquilo. Si bien es cierto que todos vamos a ser ignorantes siempre, lo menos que se puede hacer es leer un poco y documentarse antes de hablar para no aparentarlo. Cualquiera que hubiese leído datos reales acerca de cualquiera de los miedos que hemos vivido sabría que no estaban sustentados en realidades científicas. Claro que tampoco podemos pretender que todo el mundo lea las revistas de divulgación científica cada vez que salga una noticia en un telediario o sea portada de un periódico. Sin embargo, tenemos una ventaja, al menos en gran parte de occidente, que otras generaciones precedentes no tuvieron, y esta no es otra que la facilidad y velocidad de acceso a la información. Podemos comprobar las noticias, hacer cuentas, leer las de un lado y las del otro, y tomar posiciones propias basadas en el conocimiento adquirido. Todos seguiremos siendo ignorantes, pero cada vez seremos más lo que no ignoramos las mismas cosas, que diría el Sabio.

Pongamos un ejemplo práctico: nuestra Atmósfera. Todo el día escuchando milongas sobre las emisiones de CO2 (dióxido de carbono) y basta una consulta en Google o Bing para constatar que está comprobado y medido que el CO2 representa en torno al 0,046% de la Homosfera, la parte más baja de la Atmósfera, o sea, la que respiramos y en la que vivimos la mayoría, porque yo sostengo que muchos viven en el limbo, que está mucho más arriba, no tiene cantidades significativas de oxígeno y esto, obviamente, les afecta al cerebro. En efecto, nuestra Homosfera está constituida mayoritariamente por nitrógeno (78%) y oxígeno (21%). Es más, tiene una curiosa propiedad: Tiene una composición constante y uniforme. Sin embargo, nos han metido en la cabeza que las emisiones de CO2 producidas por el ser humano son un factor determinante en la destrucción de la ya tan susodicha sociedad actual. Basta indagar un poco en los artículos que van apareciendo en las búsquedas para aprender que una erupción volcánica produce más CO2 que todas las emisiones producidas por el hombre en un año o que, incluso, el ganado mundial produce también más gases de efecto invernadero que el ser humano. Esto último lo han aprendido algunos progres de salón y ya preparan una ley para reducir los ganados a base de prohibir lo que consideran un excesivo consumo de carne que contribuye al cambio climático. Pero de prohibiciones hablaremos otro día.

Otro ejemplo: Todos y cada uno de los documentales y artículos apocalípticos hablan de que el cambio climático elevará el nivel del mar. También se puede hacer una búsqueda acerca del nivel del mar, aunque recomiendo lecturas más gratificantes que la Wikipedia como «Noticias desde un Universo Desconocido» de Frank Schätzing que es en sí la propia historia de los océanos, desde su creación hasta la actualidad. Leyendo de una u otra fuente puede apreciarse que el nivel del mar no es uniforme. No lo es en las orillas y mucho menos en la vasta inmensidad de los océanos. Muy al contrario, sube y baja en función de donde nos encontremos y no me refiero ni mucho menos a centímetros, que es la únidad que estos ignorantes usan para medir sus predicciones, sino a auténticas cordilleras de agua salada. Muchos factores influyen en el nivel de los océanos. A los que argumentan que se está descongelando el Ártico y por tanto está subiendo el nivel del mar habría que mandarlos a clase de física y, a la salida, explicarles que se está congelando el Antártico a un ritmo igual o superior lo que, a priori, garantiza la estabilidad de la ecuación. Pero, de un modo o de otro, hay que aprender sobre lo que realmente hace que esto esté ocurriendo en un polo y en el opuesto, y basta un poco de lectura para constatar que hay muchos elementos que influyen en esto mucho más que el CO2, como por ejemplo la actividad del Sol, que, la última vez que comprobé, no era todavía controlable por el ser humano, ni siquiera con un iPad.

Podría extenderme rebatiendo uno tras otro todos los supuestos efectos del cambio climático y las presuntas causas del mismo, pero no es ese el espíritu de este conjunto de artículos. La idea es llamar la atención sobre el problema del «Estado de Miedo» y buscar una solución. La solución es cambiar. No me refiero a cambiar nuestros hábitos en materia de consumo energético, que es una patochada (aunque pueda ser rentable para el bolsillo viendo que van a volver a subir el precio de la energía eléctrica), sino cambiar nuestros hábitos de asimilación de la información y nuestra eterna creencia en que lo que dicen los políticos (y por ende repiten las noticias y los periódicos como papagallos) son, en gran medida, un conjunto de frases cargadas de ignorancia. Y justo porque abogo por ese cambio de hábito he citado al principio de este post la frase de Einstein. Si queremos que esta situación cambie no podemos seguir haciendo lo mismo. Manteniendo nuestra actitud, creyendo todo lo que dicen los políticos y perseverando en nuestros hábitos de asimilación de la información, no conseguiremos nunca un resultado distinto y, por ende, nuestra sociedad, tal y como la conocemos, cada vez de una manera, estará eternamente abocada a la extinción… o al menos eso nos harán creer continuamente.